Una
avispa se asentó sobre la cabeza de una serpiente y, golpeándola
incesantemente con sus picaduras, la hirió de muerte.
La
serpiente, estando en el gran tormento y no sabiendo como librarse de su
enemiga, vio venir un carro pesadamente cargado de
madera, y fue deliberadamente a colocar su cabeza bajo las
ruedas, diciendo:
- "Al
menos mi enemiga y yo falleceremos juntos".
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