Cada uno de nosotros cargamos sobre nuestra espalda y nuestro corazón una batalla propia con el destino. Ninguna puede compararse a la del vecino, ni a la de tu pareja, ni a la de tu mejor amigo. Todos llevamos nuestros miedos bien escondidos, huellas del pasado que aún no han cicatrizado y laberintos presentes en los que a veces, no hallamos la salida. En los que vemos más enemigos que aliados, pero que al final lucharemos por liderar la manada. Muchas veces, las cosas fallan porque la adversidad nos sacude al azar, sin más, pero también a veces, es que en quien confiaste ahora te falla, porque lo que antes era seguro ahora ya no lo es, porque la salud no siempre es de hierro, sino de cristal y a todas esas adversidades debemos de hacerle frente. Por que en ocasiones, las grandes palabras se quedan en nada, en humo que escapa
por una ventana abierta a través de frases motivacionales que muchos no
pueden aplicar a la realidad.
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