Tuvo
antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a
un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de
todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y
perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su
voz antigua.
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