miércoles, junio 18, 2014

El agua del paraíso (http://cuentosqueyocuento.blogspot.com.es/)

Un beduino seco y miserable, que se llamaba Harith, vivía desde siempre en el desierto. Se desplazaba de un sitio a otro con su mujer Nafisa. Hierba seca para su camello, comía insectos, de vez en cuando un puñado de dátiles, un poco de leche.
Llevaba realmente una vida dura y amenazada. Harith cazaba las ratas del desierto para apoderarse de su piel y hacía cuerdas con las fibras de las palmeras, que intentaba vender en las caravanas.

Sólo bebía el agua salobre que encontraba en los pozos enfangados.
Un día apareció un nuevo río en la arena. Harith probó aquella agua desconocida, que era amarga y salada, e incluso un poco turbia. Pero le pareció que el agua del verdadero paraíso acababa de deslizarse por su garganta.
Llenó dos botas de piel de cabra, una para él y otra el califa Harun Al-Rashid, y se puso en camino hacia Bagdad. A su llegada, tras un penoso viaje, le contó su historia a a los guardias, según la práctica establecida, y fue admitido ante el califa. Harith se postró ante el Príncipe de los Creyentes y le dijo:

- "No soy más que un pobre beduino, ligado al desierto donde el destino me ha hecho nacer. No conozco nada más que el desierto, pero lo conozco bien. Conozco todas la aguas que allí se pueden encontrar. Por eso he decidido traértela para que la pruebes."

Harun Al-Rashid se hizo traer un vaso y probó el agua del río amargo. Toda la corte lo observaba. Bebió un buen trago y su rostro no expresó ningún sentimiento. Se quedó pensativo un instante y entonces con fuerza repentina pidió que el hombre fuera llevado y encerrado, con la orden estricta de que no viese a nadie. El beduino, sorprendido y decepcionado, fue encerrado en una celda.

- "Lo que nada es para nosotros, lo es todo para él. Lo que para él es el agua del Paraíso, no es más que una desagradable bebida para nosotros. Pero tenemos que pensar en la felicidad de ese hombre", dijo el califa a las personas de su entorno, curiosos por su decisión.

Al caer la noche hizo llamar al beduino. Dio la orden a sus guardias de que lo acompañasen de inmediato fuera de la ciudad, hasta la entrada del desierto, sin permitirle ver ni el río Tigris ni ninguna de las fuentes de la ciudad, sin darle otra agua que la suya para beber. Cuando el beduino se iba del palacio en la oscuridad de la noche, vio por última vez al califa. Éste le dio mil monedas de oro y le dijo:

- "Te doy las gracias. Te nombro guardián del agua del Paraíso. La administrarás en mi nombre. Vigílala y protégela. Que todos los viajeros sepan que te he nombrado para tal puesto."

El beduino, feliz, besó la mano del gran califa y regresó rápidamente a su desierto.

Frase del Día (18-06-2014)

Si antes escribía para mí y para alguien que me dejo hace muchos años... pero que vive en mi corazón, sin pensar en gustar ni agradar a nadie, ahora seguiré haciéndolo con más ganas y con más fuerza que nunca. Y más ahora que sé, que mi propósito será el de llegar al corazón de más personas es posible. Es real como la vida misma. Es un sueño alcanzable, para unos pocos. Y a los que no les guste les invito a que simplemente, no sigan leyéndome. No estoy aquí para que me juzguen y tampoco he venido a hablar de mi libro, como diria Umbral. Esto es algo que es una lucha contra mi corazón y mis sentimientos
Tal vez no tenga el mejor cuerpo, ni la mejor cara, ni un coche de lujo, lo único que os ofrecería es un buen corazón y las ganas de estar con vosotrosd, para mi eso es lo que cuenta.
Lo que lleguen a pensar de mi, es algo que nunca me ha preocupado. Es evidenta que todos tenemos una "fama" y eso es algo que si lo sabes llevar es más ligero