viernes, abril 08, 2016

El asno en la piel de león (http://edyd.com/fabulas/esopo)

Cierto día un asno encontró un paquete en el camino. Para su sorpresa, descubrió que contenía una piel de león. El burro se puso tan contento que se vistió la piel de león mientras exclamaba:
- "¡Estupendo! Justo lo que andaba buscando".
A continuación fue a admirar su reflejo en el agua de una charca cercana.
- "¡Ahora soy un león! ¡Voy a enseñarles a todos a no reírse de mí nunca más!"
Y el burro se encaminó hacia el bosque con aire de superioridad. El pobre animal con el que se encontró fue un jabalí. El pobre jabalí se dio tal susto que salió huyendo a toda prisa, se estrelló contra un árbol y cayó sin conocimiento.
- "¡Que divertido!"; se dijo el asno, satisfecho de su éxito.
Poco después se cruzó con un zorro que, al verle, quedó petrificado de terror.
- "Señor león, es usted un animal digno y noble. ¡Se lo suplico, no me devore!", imploró el zorro.
En poco tiempo el bosque entero era presa de una gran confusión a causa de este falso león. Aterrorizados, los monos volaban de rama en rama y los conjos huían.
- "¡Que divertido!", se dijo el asno. "Si rugiera como un león, aún les daría más miedo".
Y se puso a rugir. Al menos eso pensaba él, pues su rugido más bien parecía ..¡un rebuzno!
- "¡Escuchad, escuchad todos!, exclamó un mapache. No estáis ante un león sino ante un asno disfrazado de león!"
Y así fue como los animales del bosque, muy enfadados, descubrieron el engaño del borrico.

Frase del Día (08-04-2016)

Es muy frecuente encontrarnos pensando en cosas que ya no deberían importarnos o sintiendo algo que no deberíamos sentir. A veces los recuerdos son como sombras que nos persiguen, que se suben a nuestra espalda y que nos impiden avanzar a la siguiente estación de nuestra vida. Estas sombras a veces son tan tormentosas que bloquean nuestra alma. O sea, se convierten en esa piedra con la que tropezamos una y otra vez, con la que finalmente nos "encariñamos pero detestamos". Deseamos no tenerla en nuestra vida pero, sin embargo, no nos imaginamos la existencia sin ella. No aceptamos que tenemos que limpiar nuestro pasado y, como consecuencia, no hacemos nada poner el remedio antes de que llegue la "enfermedad". Es entonces cuando los "dolores" nos cogen por sorpresa y con las defensas bajas, tiñendo nuestro presente con la negrura de un gran pesar. De esta manera tan cruenta aprendemos que cubrir la herida no nos ayuda a que cicatrice, sino a que se mantenga abierta