En un corral poblado de abundantes aves, vivían entre
ellas un cisne y un ganso, el primero consagrado al regalo de la vista
del amo, y el segundo destinado al regalo de su paladar. Jactábase el
uno de comensal del jardín, y el otro de la casa. Daban sus paseos por
los fosos del castillo, y ora se les veía nadar juntos, ora correr sobre
las ondas, ora sumergirse, sin saciar nunca sus vanos apetitos.
Un buen día el cocinero, un poco pasado de bebidas,
tomó al cisne creyendo que era el ganso, y cuando ya se disponía,
asiéndolo por el cuello, a degollarlo para echarlo al caldero, el ave,
próxima a la muerte, eleva al cielo su lamento. Se sorprendió el
cocinero y ve su error al instante.
- "¡Con tal cantor, exclama, iba yo a hacer una
sopa! ¡Oh, noo! ¡Quieran los dioses que nunca mi mano corte la garganta
de quien tan bien sabe emplearla!"