Un cuervo que había caído en un
cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba; pero una vez
liberado de la trampa olvidó su promesa.
Capturado de nuevo en otro cepo,
dejó a Apolo para dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio.
Mas el dios le dijo:
Si por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera
promesa, no tendremos oportunidad de que nos crean una segunda.