Un día, un príncipe chino oyó cantar a un ruiseñor.
Maravillado por la belleza de su canto, decretó que era un pájaro real que debía estar en palacio. Ordenó su captura.
Cuando le trajeron el pájaro, lo encerró en una magnífica jaula de oro. Le hizo servir los manjares más exquisitos y convocó a los mejores músicos del imperio para que le hicieran compañía.
Sin embargo, por más que fue rodeado de mil atenciones, el ruiseñor dejó de cantar, se desmejoró y murió en una semana.
Maravillado por la belleza de su canto, decretó que era un pájaro real que debía estar en palacio. Ordenó su captura.
Cuando le trajeron el pájaro, lo encerró en una magnífica jaula de oro. Le hizo servir los manjares más exquisitos y convocó a los mejores músicos del imperio para que le hicieran compañía.
Sin embargo, por más que fue rodeado de mil atenciones, el ruiseñor dejó de cantar, se desmejoró y murió en una semana.
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