Los humanos ante un determinado problema repetimos una y otra vez
el mismo procedimiento para resolverlo consiguiendo nulos resultados.
Puede que lo que hacían antes ahora ya no sirva porque las
circunstancias externas han cambiado o puede que simplemente no sea la
forma adecuada de solucionar ese problema. Sea lo que sea está evidenciado que la
persona no ha hecho un análisis del problema para descubrir que está pasando en realidad.
El hecho de fracasar de manera reiterada nos hace empezar a cuestionarnos a nosotros mismos "soy un inutil", "no sirvo para nada"… Nos etiquetamos de manera negativa, baja nuestra autoestima y esto nos hace ser menos eficaces. Se entra en un círculo vicioso que nos lleva a la inactividad “para que voy a hacer algo si no voy a lograr nada”. Entonces aparece la fase de queja "que mala suerte tengo".
El hecho de fracasar de manera reiterada nos hace empezar a cuestionarnos a nosotros mismos "soy un inutil", "no sirvo para nada"… Nos etiquetamos de manera negativa, baja nuestra autoestima y esto nos hace ser menos eficaces. Se entra en un círculo vicioso que nos lleva a la inactividad “para que voy a hacer algo si no voy a lograr nada”. Entonces aparece la fase de queja "que mala suerte tengo".
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