Simplemente la vida tiene rachas, aveces llega un momento en el que todo te va bien y justo te llega ese momento en que se te tuerce todo. Solemos tener más rachas malas que buenas, un día nos despertamos y nos pasa algo que nos destroza, que nos hace llegar al punto de no saber que hacer con la vida con nosotros mismos, y así pasa tiempo; no sales del pozo, intentas levantarte y cada vez que lo consigues vuelve algo que te hace pegar las rodillas al suelo, hasta que un día te sientes tan mal que crees que no vas a levantar cabeza, y algo pasa en tu vida que hace que vuelvas a tener fuerzas para superar cualquier problema. Un amor, una amistad, un trabajo... algo, algo que te dice que tienes que salir adelante, que tienes que regalar la mejor de tus sonrisas para demostrar que eso que ha llegado a tu vida ha sido un regalo. Entonces te levantas, vuelves a sonreír y una racha buena aparece en tu vida de nuevo; te aferras a ella con la esperanza de que nunca se vaya, aunque sabes que tarde o temprano se irá de tu vida nuevamente y cambiaría a mejor o... a peor. Es ley de vida, los tiempos de vacas flacas y vacas gordas, es algo que va con nuestra realidad de nuestra vida
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