El
discípulo se quejaba constantemente a su Maestro Zen:
- "No haces más que ocultarme el secreto último del Zen".
Y se resistía a creer las consiguientes negativas del Maestro. Un día, el Maestro se lo llevó a pasear con él por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un pájaro.
- "¿Has oído el canto de ese pájaro?", le preguntó el Maestro.
- "Sí", respondió el discípulo.
- "Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada".
- "Sí", asintió. el discípulo.
- "No haces más que ocultarme el secreto último del Zen".
Y se resistía a creer las consiguientes negativas del Maestro. Un día, el Maestro se lo llevó a pasear con él por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un pájaro.
- "¿Has oído el canto de ese pájaro?", le preguntó el Maestro.
- "Sí", respondió el discípulo.
- "Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada".
- "Sí", asintió. el discípulo.
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