Cuando llegó a la ciudad mas próxima, el Mulá contó su desgracia a sus amigos, quienes le preguntaron como había sucedido que él, estando armado con una cimitarra y una lanza, no hubiera podido dominar a un ladrón armado con un modesto bastón.
Él replicó:
- "El problema fue precisamente que yo tenía las dos manos ocupadas, una con la cimitarra y la otra con la lanza. ¿Como creen ustedes que hubiera podido salir airoso?"
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