Un discípulo del Maguid de Mezrich se quejó cierta vez de que estaba
atormentado por malos pensamientos que no podía eliminar de su mente. El
Maguid le aconsejó que consultara con Rabí Wolf de Zitomir para que le
ayudara en ese problema.
El estudiante viajó al hogar de Reb Wolf y llamó a su puerta, como no obtuvo respuesta golpeó más fuerte, y pensando que quizás Reb Wolf estaba en otra parte de la casa y no podía oír sus golpes, caminó alrededor de la casa y golpeó la ventana, pero sin éxito.
Se fue haciendo de noche y no conocía a nadie más en Zitomir, se recostó de la puerta, se acurrucó y se quedó dormido. En la madrugada Rab Wolf abrió la puerta, lo despertó y lo invito a entrar, después de servirle desayuno, le preguntó:
- "¿Y Bien joven, tu fuiste enviado aquí a aprender algo, lo has hecho?·".
Observando el asombro en el rostro del joven, Reb Wolf le explicó:
- "¿Ves? Yo soy el dueño de mi casa. Si no quiero que entres, tú no puedes hacerlo, por más que te esfuerces. Así es la mente, si tu no quieres, no tienes por que permitir malos pensamientos"
.
El estudiante viajó al hogar de Reb Wolf y llamó a su puerta, como no obtuvo respuesta golpeó más fuerte, y pensando que quizás Reb Wolf estaba en otra parte de la casa y no podía oír sus golpes, caminó alrededor de la casa y golpeó la ventana, pero sin éxito.
Se fue haciendo de noche y no conocía a nadie más en Zitomir, se recostó de la puerta, se acurrucó y se quedó dormido. En la madrugada Rab Wolf abrió la puerta, lo despertó y lo invito a entrar, después de servirle desayuno, le preguntó:
- "¿Y Bien joven, tu fuiste enviado aquí a aprender algo, lo has hecho?·".
Observando el asombro en el rostro del joven, Reb Wolf le explicó:
- "¿Ves? Yo soy el dueño de mi casa. Si no quiero que entres, tú no puedes hacerlo, por más que te esfuerces. Así es la mente, si tu no quieres, no tienes por que permitir malos pensamientos"
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