- "Entiendo que desees saciar tu hambre, comenzó diciendo el perro, pero de un saco de huesos como yo, tu estómago no tardará en volver a sentirse vacío; si en verdad deseas darte un buen festín, espera a que mis dueños celebren sus bodas y seguro que me encuentras mucho más apetecible".
Tan convincente era su argumento, que el lobo se marchó tan contento. Meses después, estaba el perro asomado a una ventana de la casa de su dueño, cuando volvió el lobo para reclamar lo que tanto tiempo había estado esperando. Molesto ante la insistencia, el perro contestó:
- "¡Lobo tonto, la próxima vez que aparezcas y yo esté durmiendo en el portal de mi dueño, no esperes a que se celebren las bodas de mis dueños!"
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