A veces, necesitamos recordar que nosotros podemos abrir la puerta para
que alguien entre en nuestras vidas, pero son ellos quienes tienen que
decidir si quieren entrar o no. Y eso no depende de ti. Tú puedes vivir
sin miedo, pero eso no garantizará nunca que los demás hagan lo mismo. Y
lo que es más importante, no eres nadie para obligarlos a vivir como tú
vives. Ni a soñar lo que tú sueñas. Ni a sentir lo que tú sientes. Cada
uno es dueño de su destino, pero nunca del de los demás. Y esa es la
parte difícil, esa es la parte en la que cada uno tira de su hilo y
todos corremos el peligro de salir heridos. La vida nos ofrece caminos pero somos nosotros quien lo apostamos todo a
uno, sin saber siquiera si llega a algún lugar. Da miedo tan solo
pensarlo, pero si no eliges la vida te arrastra y te empuja. Alguien me
dijo una vez que si te escondes de la vida pasarás por ella sin haberla
vivido, que solo quien se arriesga a que le partan el corazón merece ser
amado, que solo aquel que ha perdido muchas batallas sabe como ganar la
guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario