Durante siglos, las comadrejas y los ratones permanecían en un
permanente conflicto por culpa de la comida y las madrigueras. Al ser
mucho más pequeños, los ratones siempre perdían en todas las batallas.
Cansados de esta situación, se reunieron en una gran asamblea, en la que
llegaron a la conclusión de que lo que provocaba todas y cada una de
sus derrotas era la inexistencia de líderes que los guiaran en el campo
de batalla.
Para remediarlo, escogieron a varios de los más principales ratones, dándoles el rimbombante puesto de estrategas. Investidos de tanto poder, los nuevos líderes, remarcaron su posición con unos cascos con pronunciados cuernos.
Llegó el momento de batirse contra las comadrejas y tal como venía siendo habitual, los ratones volvieron a ser derrotados. Rotas las filas todos los ratones volvieron a sus madrigueras para evitar ser devorados por sus enemigos. Todos menos los jefes, los cuales no pudieron pasar por los agujeros por culpa de los enormes cuernos de sus cascos. Una situación que aprovecharon las comadrejas, para apresarlos sin ningún esfuerzo.
Para remediarlo, escogieron a varios de los más principales ratones, dándoles el rimbombante puesto de estrategas. Investidos de tanto poder, los nuevos líderes, remarcaron su posición con unos cascos con pronunciados cuernos.
Llegó el momento de batirse contra las comadrejas y tal como venía siendo habitual, los ratones volvieron a ser derrotados. Rotas las filas todos los ratones volvieron a sus madrigueras para evitar ser devorados por sus enemigos. Todos menos los jefes, los cuales no pudieron pasar por los agujeros por culpa de los enormes cuernos de sus cascos. Una situación que aprovecharon las comadrejas, para apresarlos sin ningún esfuerzo.
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