Cierto día una hormiga se encontró un grano de trigo en un campo recién
cortado, ella como toda laboriosa hormiga se lo cargó al hombro para
llevarlo a su hormiguero a pesar de que el peso y tamaño que te tenía.
Fué depués de un rato que la hormiga empezó a tambalearse por el peso
que llevaba encima. Es
en ese momento que el grano de trigo le dijo:
- "¿Por qué no me dejas aquí? Soy mucho más grande que tú y no puedes cargarme".
La hormiga sorprendida le contestó:
- "Si te dejo aquí llegaré sin provisiones al hormiguero. Debes saber que somos muchas y necesitamos cantidades enormes de alimento. Todas debemos transportar el grano en un depósito para el invierno, y así cuando llegara el frío podrían disponer de alimentos para todas".
- "Pero yo no estoy hecho para ser comido. Soy una semilla y mi destino es crecer como planta. Puedo ser más útil para el hormiguero si me dejas aquí".
- "Lo siento, pero no puedo hacer eso", replicó la hormiga para añadir: "Estoy muy retrasada, y también cansada. Mis compañeras me están esperando y no quiero tener problemas de ninguna clase", contestó la hormiga con impaciencia.
- "Te propongo que hagamos un trato", le dijo el grano de trigo, en tono risueño. "Toma atención, y verás que es una interesante propuesta".
- "¿De qué se trata?, preguntó la hormiga, dejando al grano de trigo en el suelo y deteniéndose para descansar un poco.
El grano de trigo le dijo:
- "Si me dejas aquí, en este surco, y permites que la lluvia me integre a la tierra, en la próxima cosecha tus compañeras podrán venir y encontrar cien granos de trigo como yo".
La hormiga meditó un buen rato antes de contestar.
- "Está bien, dijo la hormiga, sería injusta contigo si no te doy la oportunidad de demostrarme de lo que eres capaz".
Sólo me gustaría saber cómo lo harás.
- "Es un misterio", respondió con seriedad el grano de trigo.
Cuando llegó el tiempo de la nueva cosecha, la hormiga y sus compañeras regresaron al sitio donde había sido plantada la semilla de trigo y comprobaron con alegría que éste grano de trigo había cumplido con su promesa.
- "¿Por qué no me dejas aquí? Soy mucho más grande que tú y no puedes cargarme".
La hormiga sorprendida le contestó:
- "Si te dejo aquí llegaré sin provisiones al hormiguero. Debes saber que somos muchas y necesitamos cantidades enormes de alimento. Todas debemos transportar el grano en un depósito para el invierno, y así cuando llegara el frío podrían disponer de alimentos para todas".
- "Pero yo no estoy hecho para ser comido. Soy una semilla y mi destino es crecer como planta. Puedo ser más útil para el hormiguero si me dejas aquí".
- "Lo siento, pero no puedo hacer eso", replicó la hormiga para añadir: "Estoy muy retrasada, y también cansada. Mis compañeras me están esperando y no quiero tener problemas de ninguna clase", contestó la hormiga con impaciencia.
- "Te propongo que hagamos un trato", le dijo el grano de trigo, en tono risueño. "Toma atención, y verás que es una interesante propuesta".
- "¿De qué se trata?, preguntó la hormiga, dejando al grano de trigo en el suelo y deteniéndose para descansar un poco.
El grano de trigo le dijo:
- "Si me dejas aquí, en este surco, y permites que la lluvia me integre a la tierra, en la próxima cosecha tus compañeras podrán venir y encontrar cien granos de trigo como yo".
La hormiga meditó un buen rato antes de contestar.
- "Está bien, dijo la hormiga, sería injusta contigo si no te doy la oportunidad de demostrarme de lo que eres capaz".
Sólo me gustaría saber cómo lo harás.
- "Es un misterio", respondió con seriedad el grano de trigo.
Cuando llegó el tiempo de la nueva cosecha, la hormiga y sus compañeras regresaron al sitio donde había sido plantada la semilla de trigo y comprobaron con alegría que éste grano de trigo había cumplido con su promesa.
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