En un claro del bosque, se juntaron una tarde las liebres para
expresar su gran tristeza por la vida tan insegura que llevaban. Todos
los animales, entre los que se encontraban las águilas, los perros e
incluso el ser humano se pasaban largas jornadas detrás de ellas para
comérselas o acabar con su existencia. Hartas de vivir así, acordaron
dejar de existir y descansar para siempre en un lugar en el que no
existiera el miedo.
Sin perder un solo minuto, todas corrieron hacia el estanque que estaba a muy pocos metros de allí, para lanzarse en sus aguas y hundirse hasta lo más hondo.
Al escuchar las ranas el ruido que las patas de las liebres producían, se asustaron tanto, que comenzaron a saltar al interior del estanque para buscar refugio en sus aguas. Dándose cuenta de lo que estaba sucediendo, una de las liebres les dijo a las demás:
- "¡Quietas compañeras! No debéis tomar ahora mismo una decisión tan precipitada, pues a juzgar por el comportamiento de las ranas, hay otros animales que se asustan más fácilmente que nosotras!"
Sin perder un solo minuto, todas corrieron hacia el estanque que estaba a muy pocos metros de allí, para lanzarse en sus aguas y hundirse hasta lo más hondo.
Al escuchar las ranas el ruido que las patas de las liebres producían, se asustaron tanto, que comenzaron a saltar al interior del estanque para buscar refugio en sus aguas. Dándose cuenta de lo que estaba sucediendo, una de las liebres les dijo a las demás:
- "¡Quietas compañeras! No debéis tomar ahora mismo una decisión tan precipitada, pues a juzgar por el comportamiento de las ranas, hay otros animales que se asustan más fácilmente que nosotras!"
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