- "¡Qué penoso es vivir cuando falta el sustento para la mujer y los hijos; pagar impuestos y deudas! ¡Señor desfallezco con tan pesada cruz!"
Llegado al monte hizo buena provisión de leña y con ella a cuestas
bajaba tropezando y cayendo una y otra vez. Sudoroso y extenuado por la
fatiga, exclamó:
- "¡No puedo más! ¡Ojalá viniera la muerte!
Al punto la parca se le presento, armada de guadaña y le dijo:
- "Aquí me tienes, infeliz. ¿Por qué me llamas?"
El viejo, castañeteando los dientes, tartamudeó:
- "¡Te llamé, señora, para que me ayudaras a llevar la carga!"
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