Un
médico ignorante trataba a un enfermo; los demás médicos habían
asegurado que, aunque no estaba en peligro, su mal sería de larga
duración; únicamente el médico ignorante le dijo que tomara todas sus
disposiciones porque no pasaría del día siguiente.
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y salió, pálido y caminando con dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:
- "¿Cómo están, amigos, los habitantes del infierno?"
- "Tranquilos, contestó, porque han bebido el agua del Lecteo. Pero últimamente Hades y la Muerte proferían terribles amenazas contra los médicos porque no dejan morir a los enfermos, y a todos los apuntaban en su libro. Iban a apuntarte a tí también, pero yo me arrojé a sus pies jurándoles que no eras un verdadero médico y diciendo que te habían acusado sin motivo".
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y salió, pálido y caminando con dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:
- "¿Cómo están, amigos, los habitantes del infierno?"
- "Tranquilos, contestó, porque han bebido el agua del Lecteo. Pero últimamente Hades y la Muerte proferían terribles amenazas contra los médicos porque no dejan morir a los enfermos, y a todos los apuntaban en su libro. Iban a apuntarte a tí también, pero yo me arrojé a sus pies jurándoles que no eras un verdadero médico y diciendo que te habían acusado sin motivo".
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