La juventud no es sólo una época de la vida, es también un estado de ánimo. Porque uno es tan joven como la fe que tiene, y tan viejo como sus dudas; tan
joven como su confianza en sí mismo, y tan viejo como sus temores; tan
joven como sus esperanzas y tan viejo como su desesperación. Es evidente que la vida no es un camino de rosas, pero no seamos nosotros mismos lo que pongamos palos a nuestras ruedas, porque eso es lo hara que envejezamos, si perdemos nuestras ilusiones, nuestros ideales... hara que cualquir piedricita que encontremos en el camino, se convierta en casi un Everest de magnitud insuperable. Debemos manternos firmes y aunque el "viento" pueda impedirnos ver ese futuro, debemos seguir avanzando hacia él, luchando contra los elementos y las adversidades
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