Marchaban dos amigos por el mismo camino. De repente se les apareció un
oso. Uno se subió rápidamente a un árbol ocultándose en él; el otro, a
punto de ser atrapado, se tiró al suelo, fingiéndose muerto. Acercó el
oso su hocico, oliéndole por todas partes, pero el hombre contenía su
respiración, porque se dice que el oso no toca a un cadáver. Cuando se
hubo alejado el oso, el hombre escondido en el árbol bajó de éste y
preguntó a su compañero qué le había dicho el oso al oído.
- "Que no viaje en el futuro con amigos que huyen ante el peligro, le respondió. La verdadera amistad se comprueba en los momentos de peligro".
- "Que no viaje en el futuro con amigos que huyen ante el peligro, le respondió. La verdadera amistad se comprueba en los momentos de peligro".
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