Hay momentos en los que uno tiene que darse cuenta de las
circunstancias, analizar la situación, y entonces medir si vale la pena
seguir luchando. Por mucho que no le encuentres sentido, a veces lo
mejor es evadirse de la realidad. Pasar el rato, entretener al tiempo.
Estar con tus amigos. Con los tuyos. De los que nunca te cansas y con
los que sabes que siempre van a estar ahí. Y olvidarte un poco de todo y
de todos. Dejar espacio. Todos necesitamos tiempo para nosotros mismos,
donde darnos cuenta que quizás deberíamos emplearlo en otras personas.
Pero nunca te arrepientas. Si algún día quisiste hacerlo es porque te
hacía feliz, y nunca debes arrepentirte de nada que te haya hecho feliz.
Alejarse de una persona también puede tener su lado positivo. Cuando pierdes ganas. O al menos, si consigues exprimir esa parte positiva, te hace sentirte mejor. Muchas veces debes alejarte, porque te ves obligado a no estar con la única persona con la que realmente deseas estar en ese momento. Y saber que está ahí, al alcance, a dos pasos, que solo tienes que marcar su número de teléfono para verla. Pero saber que no debes hacerlo. Y no hacerlo. Y querer hacerlo.
Alejarse de una persona también puede tener su lado positivo. Cuando pierdes ganas. O al menos, si consigues exprimir esa parte positiva, te hace sentirte mejor. Muchas veces debes alejarte, porque te ves obligado a no estar con la única persona con la que realmente deseas estar en ese momento. Y saber que está ahí, al alcance, a dos pasos, que solo tienes que marcar su número de teléfono para verla. Pero saber que no debes hacerlo. Y no hacerlo. Y querer hacerlo.
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