A todos nos ha pasado alguna vez. Intentamos recordar un nombre, un acontecimiento o un lugar y no hay forma de que acuda a nuestra mente, cuando lo necesitamos. Buscamos estrategias intentando asociarlo con algo o incluso acudimos a pedir los favores de algún que otro amigo, santo… y nada. Parece que una espesa niebla lo funde en nuestra memoria. Eso se debe a que, nuestro cerebro es una máquina compleja que recurre a la ley del mínimo gasto de energía para su funcionamiento. Si no fuésemos capaces de olvidar los detalles considerados insignificantes o las informaciones innecesarias de nuestras percepciones, no podríamos llegar a establecer conceptos generales sobre lo que nos rodea, estaríamos continuamente agobiados con datos procedentes de nuestros sentidos. Por otro lado, quedaríamos bloqueados por la sobrecarga de estímulos e información, como cualquier ordenador, pero cuando esa niebla desaprece, podemos recuperar esa información, por que a pesar de todo sigue guarda en un "archivo" almacenado en un rincon... solo nos faltaría saber donde estan?
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