Una
pobre viuda tenía una única oveja. Al tiempo de la trasquila, y
deseando tomar su lana en forma económica, la trasquiló ella misma,
pero usaba la herramienta en tan mala forma que junto con la lana le
cortaba también la carne. La oveja acongojada y con dolor, le
dijo:
- "¿Por
qué me maltratas así, ama? ¿En que te puede beneficiar el agregar mi
sangre a la lana? Si quieres mi carne, llama al carnicero quien me matará
al instante sin sufrimiento, pero si lo que deseas es mi lana, ahí está
el esquilador, quien me esquilará sin herirme".
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