Un zapatero incapaz de ganarse la vida con su oficio y desesperado por la pobreza, comenzó a practicar como doctor en una ciudad en la cual él no era conocido. Allí vendía una medicina, diciendo que era un antídoto para todos los venenos, y obtuvo un gran nombre para él por medio de falsas alabanzas y publicidad. Cuando el zapatero resultó caer enfermo él mismo de una enfermedad grave, el Gobernador de la ciudad determinó probar su habilidad.
Para este fin él pidió una taza, y mientras la llenaba con agua, simuló mezclar veneno con el antídoto del zapatero, mandándolo a beberlo con la promesa de una recompensa. El zapatero, con miedo de una inminente muerte, admitió que él no tenía ningún conocimiento de la medicina, y que sólo fue hecho famoso por los clamores estúpidos de la muchedumbre. El Gobernador entonces llamó a una asamblea pública y se dirigió a los ciudadanos:
- "¿De que locura han sido culpables ustedes? Ustedes no han vacilado en confiar sus cabezas a un hombre, que nadie podría emplear ni siquiera para hacer los zapatos para sus pies"
Para este fin él pidió una taza, y mientras la llenaba con agua, simuló mezclar veneno con el antídoto del zapatero, mandándolo a beberlo con la promesa de una recompensa. El zapatero, con miedo de una inminente muerte, admitió que él no tenía ningún conocimiento de la medicina, y que sólo fue hecho famoso por los clamores estúpidos de la muchedumbre. El Gobernador entonces llamó a una asamblea pública y se dirigió a los ciudadanos:
- "¿De que locura han sido culpables ustedes? Ustedes no han vacilado en confiar sus cabezas a un hombre, que nadie podría emplear ni siquiera para hacer los zapatos para sus pies"
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