Un niño lloraba ante el féretro de su padre:
- "¡Oh padre mío! ¡En adelante tu sitio estará bajo la tierra! ¡Querido padre! ¡Estás en una morada tan estrecha, tan desprovista de todo! ¡Ni manta, ni cojín, ni jergón! ¡Sin una vela en la noche ni pan durante el día! ¡Sin puerta, sin techo, sin vecinos compasivos! ¡Ni siquiera el olor de una comida! ¡Sólo una morada tan estrecha que cualquiera perdería en ella el color de su tez!"
Entre los asistentes, había otro niño, llamado Dyuha., que al oírlo, se volvió hacia su madre y le dijo:
- "¡Madre!... ¡este niño está hablando de nuestra casa...!"
- "¡Oh padre mío! ¡En adelante tu sitio estará bajo la tierra! ¡Querido padre! ¡Estás en una morada tan estrecha, tan desprovista de todo! ¡Ni manta, ni cojín, ni jergón! ¡Sin una vela en la noche ni pan durante el día! ¡Sin puerta, sin techo, sin vecinos compasivos! ¡Ni siquiera el olor de una comida! ¡Sólo una morada tan estrecha que cualquiera perdería en ella el color de su tez!"
Entre los asistentes, había otro niño, llamado Dyuha., que al oírlo, se volvió hacia su madre y le dijo:
- "¡Madre!... ¡este niño está hablando de nuestra casa...!"
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