Durante un frío invierno, dos niños patinaban en la superficie de un
pequeño río congelado. En su ir y venir, se acercaron a un sitio donde
el hielo era más delgado. De pronto la superficie se rompió a los pies
de uno de ellos y en menos de un segundo el niño cayó al agua helada
sumergiéndose de inmediato. La corriente lo alejó del hueco por donde
había caído, hasta que se detuvo gracias a un gran peñasco que se
encontraba en el lecho del río. Afortunadamente en ese lugar se había
producido una gran burbuja de aire entre el agua y el hielo gracias a la
turbulencia.
Su amigo, que vio todo horrorizado, lo siguió con la mirada y al ver que se había detenido unos metros más adelante, corrió a la orilla, tomó una pequeña piedra, regresó y rápidamente empezó a golpear la dura superficie con todas sus fuerzas. Pasaron solo unos 30 segundos que parecieron una eternidad, pero finalmente logró abrir un pequeño boquete que le permitió a su amigo sujetarse y tomar frescas bocanadas de aire.
Entre tanto varias personas que habían observado lo ocurrido a lo lejos, llegaron corriendo y ayudaron al niño a salir del agua. Inmediatamente después hicieron acto de presencia los bomberos y una ambulancia se lo llevó al hospital.
Una vez más calmada la situación, el jefe de los bomberos analizó la situación comentando en voz alta:
- Es imposible que con esa pequeña piedra una persona, y mucho menos si es niño, pueda romper ese hielo tan duro. No entiendo cómo lo hizo. Es imposible.
Tras lo cual un anciano que estaba presente le contestó
- ¡Yo si sé cómo lo hizo!, y cuando todos se voltearon a verlo prosiguió. Lo pudo hacer porque nadie estuvo aquí para decirle que era imposible.
Su amigo, que vio todo horrorizado, lo siguió con la mirada y al ver que se había detenido unos metros más adelante, corrió a la orilla, tomó una pequeña piedra, regresó y rápidamente empezó a golpear la dura superficie con todas sus fuerzas. Pasaron solo unos 30 segundos que parecieron una eternidad, pero finalmente logró abrir un pequeño boquete que le permitió a su amigo sujetarse y tomar frescas bocanadas de aire.
Entre tanto varias personas que habían observado lo ocurrido a lo lejos, llegaron corriendo y ayudaron al niño a salir del agua. Inmediatamente después hicieron acto de presencia los bomberos y una ambulancia se lo llevó al hospital.
Una vez más calmada la situación, el jefe de los bomberos analizó la situación comentando en voz alta:
- Es imposible que con esa pequeña piedra una persona, y mucho menos si es niño, pueda romper ese hielo tan duro. No entiendo cómo lo hizo. Es imposible.
Tras lo cual un anciano que estaba presente le contestó
- ¡Yo si sé cómo lo hizo!, y cuando todos se voltearon a verlo prosiguió. Lo pudo hacer porque nadie estuvo aquí para decirle que era imposible.
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