Deberiamos aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de la codicia de los banqueros o la prima de
riesgo.
Sencillamente nos hemos convertido en un estado de politicos mediocres. Y eso es el resultado de una cadena de errores que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Desde casi preescolar creamos una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, son los más guay del Paraguay... los populares que no son capaces de hacer la "O" con canuto. A medida que crecen son los primeros en ser elegidos delegados de clase, son ascendidos en la oficina y cuando llegan a la politica los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros. Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad desde esa tierna infancia, que la hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Con esto se logra que la mediocridad es la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes de hoy que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano o encontrar al famos@ con el que pillar cacho y que lo quite de doblar el lomo. Por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza. Pero es no es de ahora, incluso los más mayore hemos vivido rodeados de esa mediocridad que han intentando engullirllos, pero que han sabido nadar a contracorriente
Sencillamente nos hemos convertido en un estado de politicos mediocres. Y eso es el resultado de una cadena de errores que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Desde casi preescolar creamos una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, son los más guay del Paraguay... los populares que no son capaces de hacer la "O" con canuto. A medida que crecen son los primeros en ser elegidos delegados de clase, son ascendidos en la oficina y cuando llegan a la politica los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros. Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad desde esa tierna infancia, que la hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Con esto se logra que la mediocridad es la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes de hoy que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano o encontrar al famos@ con el que pillar cacho y que lo quite de doblar el lomo. Por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza. Pero es no es de ahora, incluso los más mayore hemos vivido rodeados de esa mediocridad que han intentando engullirllos, pero que han sabido nadar a contracorriente
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