Una zorra muy ladina se introdujo en un rebaño buscando una presa
fácil a la que llevar como alimento a su guarida y encontrando en
medio de él a un corderito recién nacido, se acercó
simulando amor maternal. Así, mientras lo acariciaba y le hacía
carantoñas, la zorra ya iba relamiéndose del sabroso banquete que le
aguardaba.
Pero no contaba la astuta zorra con la presencia del perro guardián, que viendo aquella escena y conocedor de sus intenciones, se acercó de inmediato a preguntarle.
- "¿Qué hace aquí, señora zorra?", preguntó.
- "Acaricio a este gracioso corderillo. Lo ví aquí tan sólo y frágil que no pude sino acercarme a cuidarlo de los peligros que lo acechan".
Pero el perro guardián bien sabía que aquella no era sino una treta para devorarlo y mostrando su dentadura le respondió furioso:
- "¡Zorra mentirosa y embustera!. El único peligro que acecha a este cordero es una zorra malvada, y si no lo suelta de inmediato, será usted quien pruebe la caricia de mis afilados dientes"
Pero no contaba la astuta zorra con la presencia del perro guardián, que viendo aquella escena y conocedor de sus intenciones, se acercó de inmediato a preguntarle.
- "¿Qué hace aquí, señora zorra?", preguntó.
- "Acaricio a este gracioso corderillo. Lo ví aquí tan sólo y frágil que no pude sino acercarme a cuidarlo de los peligros que lo acechan".
Pero el perro guardián bien sabía que aquella no era sino una treta para devorarlo y mostrando su dentadura le respondió furioso:
- "¡Zorra mentirosa y embustera!. El único peligro que acecha a este cordero es una zorra malvada, y si no lo suelta de inmediato, será usted quien pruebe la caricia de mis afilados dientes"
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