Un hombre que se dedicaba a la venta de estatuas, creo una estatuilla del dios Hermes para luego venderla en la plaza del pueblo.
Después de un buen rato de estar en la
plaza, y al no poder vender la estatua de Hermes, el hombre decidió
llamar la atención de las personas, gritando que estaba vendiendo una estatua de un dios que concedía favores y bondades. Al oír esto una persona curiosa se le acercó y le dijo:
- "Si tan buena es la estatua como dices ¿por la vendes entonces? ¿Por qué no aprovechas sus favores y bondades para ti?"
A lo que el mercader responde con lo siguiente:
- "La vendo porque necesito la ayuda en estos momentos, en cambio la estatua se tarda un poco en conceder los favores".
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