La meditación tiene como principio fundamental la búsqueda de la felicidad. Se trata de una determinación, una forma de vida que toma el meditador. El estado meditativo, en un ambiente especial, lleva a una condición de bienestar, que el practicante busca reproducir en la vida cotidiana.
Para esta persona, la felicidad no está en los años, meses, en las semanas, ni siquiera en los días. Solo se la puede encontrar en los momentos. Hoy es el mañana de ayer. Para aprender a meditar no necesitamos nada especial, sólo tenemos que dedicar algunos minutos a pensar y reflexionar sobre lo que nos molesta o entristece para mejorarlo y ser más felices. Y mientras meditamos, lo que hacemos en realidad es entrar en la parte más profunda de nuestro ser. La meditación es como ir hasta el fondo del mar, donde todo está quieto y tranquilo. Aunque en la superfície, puede haber multitud de olas, pero bajo el mar no te veras afectado. En el fondo de tu ser como en las profundidades de mar todo es silencio. Nada ni nadie puede afectarte. La meditación silenciosa es algo totalmente distinto a todo o que conozcamos. Cuando comenzamos a meditar en silencio, sentimos el fondo de un mar dentro y fuera de nosotros. La vida de actividad, movimiento e inquietud está en la superfície, pero abajo en la profundidad por debajo de nuestra vida humana, hay equilibrio y silencio. Imaginamos este mar de silencio en nuestro interior, o sentimos que no somos sino el mar de silencio mismo. Porque guardar incluso un silencio externo, es más difícil de lo que podríamos imaginar. Pero, sorprendentemente es mucho más difícil mantener la ausencia de pensamiento en nuestro cerebro, que ese minuto de siencio oral.
Para esta persona, la felicidad no está en los años, meses, en las semanas, ni siquiera en los días. Solo se la puede encontrar en los momentos. Hoy es el mañana de ayer. Para aprender a meditar no necesitamos nada especial, sólo tenemos que dedicar algunos minutos a pensar y reflexionar sobre lo que nos molesta o entristece para mejorarlo y ser más felices. Y mientras meditamos, lo que hacemos en realidad es entrar en la parte más profunda de nuestro ser. La meditación es como ir hasta el fondo del mar, donde todo está quieto y tranquilo. Aunque en la superfície, puede haber multitud de olas, pero bajo el mar no te veras afectado. En el fondo de tu ser como en las profundidades de mar todo es silencio. Nada ni nadie puede afectarte. La meditación silenciosa es algo totalmente distinto a todo o que conozcamos. Cuando comenzamos a meditar en silencio, sentimos el fondo de un mar dentro y fuera de nosotros. La vida de actividad, movimiento e inquietud está en la superfície, pero abajo en la profundidad por debajo de nuestra vida humana, hay equilibrio y silencio. Imaginamos este mar de silencio en nuestro interior, o sentimos que no somos sino el mar de silencio mismo. Porque guardar incluso un silencio externo, es más difícil de lo que podríamos imaginar. Pero, sorprendentemente es mucho más difícil mantener la ausencia de pensamiento en nuestro cerebro, que ese minuto de siencio oral.
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