El camión «mágico» que llevó libros a la España olvidada
«El camión que habla», como se le conocía popularmente, llegaba a aldeas y pueblos remotos y repartía libros. También llevaba instalado un moderno equipo de sonido y proyector de cine, y se planeó que fuese atendido por licenciados en Filosofía y maestros. Todos ellos se dedicarían a «la cruzada de difundir el libro por los pueblos de España».
El proyecto comenzó en 1934 y se presentó en la Feria del Libro (la segunda que se organizaba) como uno de los grandes logros del mundo intelectual y republicano. Comenzó su andadura en octubre de ese año (justo cuando se desataba la revolución asturiana y el país vivió con el corazón en el puño), con un curioso diseño que permitía, en pocos segundos, que la carrocería del gran vehículo se abriera y se convirtiera en una librería ambulante.
La llegada del autobús, micrófono en mano y sonando música, era todo un acontecimiento. Las autoridades lo recibían y, generalmente, entregaba a la biblioteca (si la hubiera) del pueblo una donación de libros. Muchos pueblos carecían de comunicaciones y vivían en un aislamiento muy grande.
EL AUTOBÚS MÁGICO Y DESMONTABLE
A su alrededor se desplegaban numerosos expositores, mientras en su interior se emitía música o se narraban historias, y comenzaba la búsqueda de la persona más amante de los libros que hubiera. A esta se le ofrecía servir de enlace con la Agrupación de Editores, recibir catálogos o acondicionar un lugar como biblioteca. Además, se tenía en proyecto extender las ferias del libro a las regiones, pero la iniciativa no funcionó y solamente se celebraría una edición en Ciudad Real.
Al principio era solamente un camión, pero al año siguiente se le sumó otro más. El primero llegó a transportar hasta dos toneladas de libros, con las colecciones donadas por las veintiséis editoriales agrupadas en Madrid y Barcelona. En las imágenes, igualmente, puede verse que en la parte frontal llevaba una pantalla, que servía para proyectar películas donadas por el Patronato de Misiones. Durante el día había música y, al caer la noche, en los pueblos que recorría de manera incansable, sucedía el cine, que en ocasiones era la primera vez que llegaba a los pueblos más remotos.
DEVORADO POR LA GUERRA
El destino de estos autobuses fue aciago y trágico. Inicialmente, fueron requisados por el Quinto Regimiento y acabaron en la Sierra de Guadarrama proveyendo de lectura a los soldados, pero los duros combates los terminaron por destrozar, convirtiéndolos en chatarra llena de metralla.
El 1 de enero de 1935 el Almanaque literario contó la experiencia creada por aquel grupo de pioneros editores, para los que el camión-stand era toda una «aventura romántico-industrial»:
«El camión de la Agrupación de Editores Españoles inició sus trabajos en 1934 con una iniciativa transcendental: la creación de un camión-stand encargado de llevar los libros a los lugares más apartados de España. Este ha realizado, hace pocos meses, su primer circuito por tierras extremeñas, habiendo recorrido quince pueblos en veintitrés días. A ese camión seguirán otros seis, que pronto andarán por los caminos de todas las provincias sembrando libros, suscitando lectores. ¿A qué causas inmediatas responde la feliz iniciativa de la Agrupación de Editores Españoles —así se llama la entidad, recientemente constituida y donde están representadas todas las casas importantes— resolviéndose a llevar el libro español por pueblos y aldeas, donde nunca había llegado?
Hace tiempo que la merma del mercado americano, antes fundamental para la venta del libro español, les había hecho pensar en el cultivo, en la conquista de un mercado interior. Porque la exigua tirada media de las ediciones españolas no observa la más lejana relación con el número de “lectores" en los censos. Ni tampoco con el número de librerías esparcidas por España. Mas sucede, por otra parte, que el librero—salvo las naturales, pero escasas y muy recientes excepciones— es una rémora para la difusión del libro. Lo sepulta en sus anaqueles en vez de airearlo llamativamente, poniéndolo ante los ojos del transeúnte. Y, sin embargo, a la hora de los beneficios es, muchas veces, quien se lleva la porción mayor. Pero, en fin —se han dicho estos resueltos editores de la A. E. E., instaurando ellos también normas nuevas—, ya que la gente, por lo que fuere, entra poco en las librerías, que los libros salgan hasta ella. Tenían un buen antecedente a su favor del resultado fructuoso a que lleva tal sistema expansivo: la organización y el éxito de las dos primeras Ferias del Libro en Madrid. Mas dejemos que el secretario de la flamante Agrupación, Rafael Giménez Siles, espíritu realmente juvenil, hombre de firmes entusiasmos y de una extraordinaria acometividad, nos lo cuente él mismo, con palabras cálidas que revelan todavía el deslumbramiento, las emociones múltiples experimentadas.
«Los chicos le aplaudían y vitoreaban; las personas mayores le saludaban con alegría; las gentes, en general, le llamaban el "camión de los libros" y también "el camión que habla"».
“La expectación que ha despertado nuestro camión-stand en cuantos pueblos visitó fue enorme. Y téngase en cuenta que solo visitamos localidades de alguna consideración, pueblos, algunos de ellos, con veinte mil habitantes y sin ninguna librería (...). El camión se hizo popular por todas las carreteras que recorrió. Los chicos le aplaudían y vitoreaban; las personas mayores le saludaban con alegría; las gentes, en general, le llamaban el “camión de los libros” y también “el camión que habla”. En este primer circuito ha sido sorprendente el interés con que todos miraban y hojeaban los libros. Muchos los compraban, pero a todos se les daba a examinar el volumen que les atraía. Principalmente se han vendido Diccionarios, "Quijotes", obras de Medicina, Derecho, Agricultura, Veterinaria, Industrias aplicadas. Luego, libros de ciencias aplicadas, manuales, etc.
¿Menos desinteresada nuestra labor, pensará el público, que la de las Misiones y la Barraca? Pero téngase en cuenta que la nuestra no es una institución estatal o subvencionada oficialmente; es una aventura romántico-industrial de unos editores. Aunque, en definitiva, prevalezca el primer carácter. En efecto, el camión ha dejado en cada pueblo visitado, como donación al Ayuntamiento, una biblioteca de igual importe a la subvención que los respectivos Ayuntamientos habían acordado para su visita. Con estos libros se organiza la Biblioteca Circulante del Ayuntamiento. Allí se llevará un registro de todas las lecturas, y el año próximo, cuando vuelva nuestro camión, entregará un banderín de honor al pueblo de la provincia que haya leído más en relación con el número de habitantes... Queremos despertar entre los pueblos emulaciones por causas puras, más nobles que las habituales.
«Solo cuando todo español sepa no únicamente leer, que no es bastante, sino tenga ansia de leer, de gozar y divertirse, sí, divertirse leyendo, habrá una nueva España»
En el primer circuito, el camión ha sido atendido por consejeros de la Agrupación, editores por tanto, y para los próximos camiones y circuitos ha acordado el Consejo Directivo de la Agrupación que se cubran las plazas de jefes de camiones-stand por concurso entre jóvenes licenciados y doctores de Filosofía, Letras y maestros superiores que estimen interesante dedicar un año o dos, al terminar sus estudios, a la cruzada de difundir el libro por los pueblos de España”. Hasta aquí el Sr. Giménez-Siles y sus referencias entusiastas. Como inferirá el lector, la transcendencia de estas Misiones editoriales puede ser muy grande en la reforma de espíritus, en la expansión de la cultura por tierras de España. La "acción difusa" de las Misiones —como ellos mismos la califican—, la primera siembra, la más difícil, ha de precisarse luego y alcanzar su granazón mediante el automóvil de los editores. La "posibilitación" de España —llegar a hacer de él un país perfectamente habitable por gentes que viven de la pluma y que, por lo tanto, necesitan comenzar por ver aumentarse el número de lectores—, en numerosas cosas que nos afectan, ha de venir por esos caminos. Pues —concluyamos con estas palabras previdentes del gran patrono de las Misiones, D. Manuel B. Cossío, "sólo cuando todo español sepa no únicamente leer, que no es bastante, sino tenga ansia de leer, de gozar y divertirse, sí, divertirse leyendo, habrá una nueva España"» (Sigue en comentario)
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