sábado, marzo 15, 2014

Más de cien sentimientos (Mushofutbol)


Hay quienes tenemos miedo y lo asumimos con eso, con lo que algunos llaman valentía. Esta vida es difícil, jodida, compleja, nerviosa, dura. La niñez dura lo que una golosina en la puerta del colegio, nuestra adolescencia es un grito desgarrado por la libertad y la experiencia de la madurez llega un poco tarde y dura demasiado tiempo.

Pero por eso nacemos, crecemos, aprendemos, sonreímos, cantamos, vivimos, amamos, trabajamos, creamos nuevas vidas, soñamos, conversamos, abrazamos. Por eso nosotros creamos lazos que duran toda la vida, amistades que son dificiles de olvidar, aunque sepamos que aquella, la vida, tiene una garantía y que por desgracia esa garantía tiene fecha de expiración desconocida.

Pero por ello luchamos, insistimos y nos creemos el cuento de la vida eterna aunque se viva el día a día con el corazón listo para una despedida, luchando contra nuestra soberbia de sentir que viviremos para siempre y peor, que el cuerpo siempre será tan joven como nos sentimos. Buscamos, eso así, a que al menos alguien (de vosotros) algún día nos recuerde, con algún detalle, alguna frase, algún gesto, una comida, un lugar, una fotografía, una historia...

Por eso los humanos tenemos hijos y por que con ello, nacemos de nuevo a la vida, para dejar un recuerdo nuestro, a esas manos pequeñitas, a las uñas diminutas sorprendentemente perfectas, a ese cuerpo frágil, a las impresiones en blanco, los ojos abiertos para absorber el mundo entero y sus significados. Y les pasamos a ellos el mundo de las ilusiones: los cuentos de principes azules, las hadas madrinas, los duendes, el reino del nuncajamás, las zapatillas de rubí, los ángeles de la guarda, los dioses, nuestras alegrias

Les damos una nacionalidad, unos ideales, unas reglas que también nosotros aprendimos, un equipo de fútbol, una ciudad, unos prejuicios, unas artes, unas costumbres un poco extrañas. Con ellos nos peleamos, luchamos con esa dinámica de la educación y la formación, y hacemos de tripas corazón cuando llega la hora de reprenderlos o castigarlos porque, ha sido y sera cierto, que a nosotros los padres nos duele más que a ellos.

Y un día cualquiera, digamos mañana, pasado... quien sabe cuando nace uno nuevo. Uno que es también nuestro, que es pariente. Y se presencia con tanto asombro como compasión, y ese nuevo "pariente" (la que les espera, a vuestros o mis hijos es pequeña, nunca se lo imaginaron) y de nuevo la historia vuelve a empezar y veremos cómo se forma en un instante una familia.

Por eso estas palabras para cuando, como dice mi amiga Leti... seamos Welis... veamos que todo en esta vida es maravilloso y que nuestros hijos dentro de unos años.. también pasaran por nuestra situación y los hijos de nuestros hijos.... y la cadena seguira ahi... aunque dentro de unas décadas o siglos... esten ahi, sólo seran una pequeña parte de nosotros

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