
recorro cada centimetro de tu cuerpo.
Caminamos hacia un precipicio
que nos mantienen despiertos
Dos cuerpos desnudos
las manos que se encuentran
entre las penumbras de la luz de la luna
que nos ilumina
Tus besos rompen el silencio
en un juego intenso y prohibido.
Sigo tus huellas en las sabanas,
que ocultan nuestro amor.
La piel se humedece
con el calor de nuestros besos.
Solo hay un camino de espinas
Que conduce a la flor del amor
Abierto, húmedo,
oloroso bajo el Monte de Venus.
Mis dedos temblorosos
auscultan tu misterio.
El color rojo de la flor,
de la carne, se entrecruzan
Dos gotas de sudor y de sangre,
marcan el vaiven de la espina.
La humedad de nuestros sexos
y solo un gemido en la garganta
Y dos cuerpos satisfechos,
en la penumbra de nuestra soledad
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