martes, febrero 18, 2014

La Princesa esta triste

Os voy a contar una pequeña historia puede ser que en su día la mismìsima Sherezade se la contara al Califa, en una de aquellas 1001 noches.
Hace muchos años, en un pequeño sultanato vivía un sultán poderoso. Su Alcazar era una verdadera fortaleza contruida con mármol y oro. Sus subditos conocían de su ira, pero le respetaban.
Sólo tenía una debeliddad, su hija Shara
Shara era la mujer más hermosa que había en el sultanato. Su hermosa caballera negra como el azabache y dos ojos negros, profundos, errantes... Pero muy tristes.
La tristeza provenía de su padre. Ningún pretendiente era lo suficientemente bueno para Shara. No lo eran ni el Califa de Bagdag, ni el Emir de Kuwait... Muchos jovenes habían intentado acercarse a Shara, pero uno a uno fueron rechazados por el poderoso sultan. Las pruebas que les pedía eran imposibles de realizarse, por lo que uno a uno quedaba demostrado no era lo suficientemente válido para Shara
Shara a pesar de su rico encierro tenía amigos. Amigos de muchas partes del mundo, incluso de tierras para ella desconocidas. Claro que si estaba encerrada... ¿Cómo podía tener esos amigos?
Pues gracias a unas amigas, las palomas. Día a día enviaba unas cuantas... Todas ellas con mensajes de amor para aquellos desconocidos, que ella sabía que tambíen la querían. Había demasiada melancolía y amor en cada uno de aquellos mensajes... En ellos había puesto el corazón y aquellas palomas blancas, repartian como el viento por doquier los mensajes.
Los amigos pensaban que alguien así, solo podía ser un angel caido del mísmisimo cielo. A pesar de su situación en sus mensajes siempre habían un rayito de esperanza. Eran únicos como ella.
Algunos días, el Sultán cortaba ese contacto con el mundo exterior. No por nada en particular, sino por que creía que algún pretendiente podría apartarla de él. Y tenía miedo a que rompiesen su gran corazón. No comprendiendo que tal vez aquello, le alejaba más de ella.
Shara soñaba con aquel caballero que la liberara de sus doradas cadenas y suspiraba por que ese día tan lejano llegase y que un caballero le diese una sola rosa y que la amase tanto como ella estaba dispuesta a dar.
¿Quien sería aquel caballero? ¿sería lo suficientemente valiente como para desafiar al sultan?
Y a fe que aún espera a su principe azul. Aún espera esa rosa y que alguien le ofrezca su corazón.
Llegará ese día?

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