viernes, abril 11, 2014

La Tortuga Matilde (I)

Este cuento se lo acabo de escribir a la peque de la casa, espero contarselo algún día

La Tortuga Matilde 

Había una vez una tortuga que se llamaba Matilde. Siempre estaba triste por que era la más lenta de sus amigos, era la que menos fuerza tenía, era muy fea, verde  y encima con aquel caparazón que debía llevar de un lado a otro de la tierra.
Matilde le habría gustado ser rápido como la liebre, tener la fuerza de un buey, ser tan hermoso como el pavo real, poseer los colores de  las mariposas,  o por que no volar como sus amigos los pajaritos del bosque que rodeaban su casa  y no llevar esa coraza que era su caparazón.
Sus amigos la intentaban animar, pero ella cada día estaba más triste no había nada que pudiera animarla. ¿Que podían hacer ellos para hacerla feliz?
Un día sus amigos se reunieron en secreto en el establo del buey, debían hacerla feliz por lo menos por un día, para que viera que ella también era un ser vivo con sus bellezas y que no debía sentirse infeliz, por no verlas… Ella tenía muchos amigos. Por ello decidieron darle una fiesta sorpresa, estarían todos allí e intentarían concederle todos los deseos… Podría ser rápida como la liebre, podría poseer la fuerza de un buey, podría ser tan hermosa como el pavo real, tener los colores de las mariposas y su verdadero sueño… Volar.
Matilde absorta en sus pensamientos no sospechaba nada cuando Marta, la mariposa le dijo que Pablo, el buey, estaba enfermo y que los demás amigos iban a su establo para hacerle una visita.  Claro que conociendo que el establo estaba lejos, habían decidido que la visita seria para el día siguiente. Matilde a regañadientes acepto esa invitación, no quería que se rieran de ella.
Por eso se acostó temprano y madrugó, quería estar en el establo a la misma hora que sus amigos, debían dar ánimos a su amigo Pablo. Por ello se puso en camino y poco a poco fue avanzando hacia el establo…
Cuando llegó no vio a nadie. ¿Dónde estaban los demás? Le habría engañado su amiga Marta o tal vez, esta vez había ido demasiado rápido. Poco a poco Matilde se acerco a la puerta y toco. Nadie le respondía. ¿Dónde están los demás? Se preguntaba Matilde y volvió a tocar la puerta esta vez más fuerte, tan fuerte que la puerta que solo estaba entreabierta se abrió… Miro y el establo parecía vacio. ¿No habían llegado?

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